La ignominia y la desidia hacen de nuevo aparición, pero esta vez no será culpa de Storm (al menos, no demasiado), sino que el arcade ya resultó malo malillo maloso. A la gente de Tecmos se le subió el ego con
Double Dragon y
Double Dragon Iii, y decidió hacer una máquina tragaperras llamada Double Dragon 3. Este juego obliga a insertar monedas para conseguir determinados personajes o powerups, sin haber otra manera de conseguirlos. Lo más característico es que rompe con la saga, haciendo un título que tiene poco que ver con lo anterior. Además, cambió las vidas por un contador de energía que inexorablemente se quedará a 0 tras un rato jugando, obligándote a continuar la partida. Y lo peor de todo: se sacrificó la jugabilidad. El juego es lento en general, aunque no demasiado, pero si que se nota. Los enemigos reiterados, la falta de IA de estos, los escenarios pobres (y no son dinámicos ni intervienen en el juego, como en el 1 o el 2) y la falta de argumento en general hacen de este juego algo pobre y poco interesante.
Y en Amstrad no fue la cosa mejor. Tenemos lo malo de la recreativa, sumado a las carencias del CPC. Muy lento en general, y una falta de colorido en los decorados, que son bicolores al estilo Spectrum. Sin empargo, los sprites de los personajes sí tienen color y están más elaborados. En definitiva, es un juego caprichoso, que salió en caja grande a un precio caro (1.195) y que no aporta nada, únicamente teniendo como objetivo hacer gastar el dinero a los incondicionales de
Renegade y Double Dragon.